El fin de semana fui al ex convento de San Nicolás Tolentino, en Actopan, Hidalgo; allí leí un texto muy conmovedor sobre la milpa. Les cuento:
Salí de paseo con mi familia el fin de semana y, entre los lugares de Hidalgo que visitamos, estuvo el ex Convento de San Nicolás Tolentino, en Actopan, Hidalgo.
Actopan significa lugar de tierra húmeda o lugar de tierra fertil; como estamos en temporada de lluvias el campo estaba verde y las zonas que muchas veces se ven semidesérticas se desbordaban de vida.
En el convento había un texto que alababa las virtudes de la milpa, un agroecosistema mesoamericano cuyos principales componentes productivos son maíz, frijol y calabaza, complementados por el chile en algunas regiones.
La ventaja de la milpa es que permite la renovación del suelo, además de ser más viable para el autoconsumo, pues ofrece a las familias los principales cultivos que se requieren para la cocina mexicana.
Recientemente había escuchado un elogio a la milpa de “Mi valedor”, Javier Vizcaya, quien se presentó en la Fundación Herdez en el panel “Jijos del maíz!”, presentación de la revista número 36 de “La esquina de mi valedor”.
Javier destacaba que el sistema de milpa es la base de la alimentación de muchos pueblos y que su preservación es muy importante, no solo como un sistema productivo, si no como parte de las técnicas ancestrales de cosmovisión: somos de maíz y hacemos milpa.
Es importante resaltar que en la agricultura, la milpa es multifuncional porque además de producir alimentos, crea productos como el forraje, plantas medicinales y de ornato; de tal forma que el sistema de milpa beneficia a los productores, de pequeña escala principalmente, ya que les permite asegurar algún tipo de producción (aunque no sean alimentos) en momentos de crisis ambiental o económica.
En esta presentación también escuchamos la historia del nacimiento de Huitzilopochtli de voz de Carlos Torres López, doctor en Estudios Mesoamericanos. Si pueden conseguir la revista “Jijos del Maíz!” seguro la disfrutarán.