POR CARMEN ROBLES BEISTEGUI
A seis años de lanzar el llamado a la acción para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, un plan de acción que asegura el bienestar de las personas, el medio ambiente, la paz y prosperidad de las naciones la pandemia acentuó la urgencia de contribuir desde el gobierno, empresas, personas y comunidades en general a poner fin al hambre ante un incremento de la tasa de población mundial desnutrida.
Según datos de la FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF (2020) la inseguridad alimentaria moderada o grave afecta a un cuarto de la población mundial y ha ido aumentando a lo largo de los últimos seis años.
Desde la industria de alimentos y bebidas, el logro del ODS 2 “Hambre Cero”, se vuelve imperante considerando la responsabilidad de acercar información, formación y una alimentación balanceada a toda la población. Optimizando de manera continua el perfil nutricional de los portafolios para brindar calidad en las dietas, no obstante, la disposición de alimentos de cada individuo es diferente por región, costo de alimentos, sumado al contexto cultural.
Estamos ante una problemática compleja que añade la importancia de tener prácticas sustentables para la obtención de materias primas y con ello disminuir los costos sanitarios y medioambientales generados, ya que el consumo de alimentos y la forma de producción, no se reduce a un tema de salud, sino también de afectación al cambio climático, generando el 26 % de los gases de efecto invernadero.
Por último, atender a las comunidades donde se opera, por ejemplo, entregando productos en especie para la atención inmediata, como bien ha mencionado Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana, “la filantropía en sociedades donde priva la desigualdad es mucho más interesante y compleja que un acto de generosidad: es una estrategia de supervivencia colectiva”.
El llamado a la acción para todos los involucrados es promover la seguridad alimentaria y nutrición, apoyando la transformación de los sistemas alimentarios y desde la trinchera de cada persona ¿cómo podemos crear soluciones a los grandes desafíos?, aquí algunos consejos:
- Generando demanda de alimentos producidos de manera sostenible.
- Impulsando compras locales.
- Buscando fuentes de información y formación para una mejor nutrición, entender qué mejora mi salud y la de mi alrededor.
- Lo anterior incluye una mejor comprensión del etiquetado de cada producto.
- Reutilizando y ayudando al reciclaje de recursos alimentarios con su correcta separación para la disposición final.
- Eliminar los hábitos de consumo de alimentos excesivos. La FAO estima que un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o se desperdician y en este último punto, los consumidores tenemos un gran poder de transformación.
- Siendo un usuario responsable que investiga la cadena de valor de lo que consume, identificando los aciertos de la industria por aminorar o reducir en su totalidad los impactos negativos de la producción y transporte, así como parte de la transición hacia dietas con alimentos más nutritivos.
- Y, por último, apoyando a las organizaciones de la sociedad civil de las comunidades aledañas que tienen como objeto social brindar seguridad alimentaria a poblaciones de atención prioritaria.
Recordemos que la seguridad alimentaria se consigue cuando todas las personas tengan acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana. (Cumbre Mundial de Alimentación de 1996).
La construcción de mejores comunidades
se logra siendo ciudadanos activos