De bebida tradicional a ícono cultural: el tequila tiene su día, sus recetas y hasta su propia herencia mundial
Por Rodrigo Pujol Del Toro
Hay bebidas que se disfrutan. Y hay otras que se celebran. El tequila, ese destilado dorado que evoca tradición, identidad y sabor, ahora tiene su propia fecha oficial: el 24 de julio, reconocido por la Cámara de Diputados como el Día Nacional del Tequila, reemplazando la celebración no oficial que solía ocurrir el tercer sábado de marzo. Este cambio no es solo un ajuste en el calendario, sino una declaración de orgullo nacional. Porque el tequila no es una moda: es patrimonio, pasión líquida y símbolo universal de lo mexicano.
Desde el 2006, el Paisaje Agavero y las Antiguas Instalaciones Industriales de Tequila son parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO en la categoría de Paisaje Cultural. ¿Qué significa esto? Que lo que rodea al tequila —la tierra, los agaves, los hornos, los alambiques, los jimadores y sus machetes— forma parte de una riqueza material e inmaterial que el mundo ha decidido proteger y reconocer.
Pero, ¿qué lo hace tan especial? El tequila nace del Agave azul (Agave tequilana Weber), una planta que requiere mínimo siete años para llegar a su punto óptimo de maduración. No se trata de una producción exprés, sino de un arte lento y meticuloso, heredado desde el siglo XVI, que involucra generaciones de manos expertas: jimadores, maestros tequileros y comunidades enteras que han elevado su producción a una forma de vida.
Y como buen destilado con pedigrí, el tequila tiene su propia jerarquía de estilos:
- Blanco o Plata: fresco, vibrante, sin añejamiento (o menos de dos meses).
- Joven u Oro: mezcla equilibrada entre el carácter del blanco y la suavidad del añejado.
- Reposado: reposo mínimo de dos meses y hasta un año en barricas de madera.
- Añejo: entre uno y tres años de maduración que aportan cuerpo y complejidad.
- Extra Añejo: más de tres años en barrica, profundo, elegante y con alma de colección.
El tequila es un ritual. Es el caballito que se comparte con amigos, el ingrediente estrella de una buena margarita, o ese trago que exige sal y limón y una sonrisa cómplice. Pero también puede ser un invitado inesperado en la cocina, y Fundación Herdez nos comparte dos recetas que lo prueban con maestría.
🥄 Carlota de limón y tequila
Postre fresco con un toque atrevido
Rinde 8 piezas
Ingredientes:
- 1 lata de leche condensada
- 1 lata de leche evaporada
- ¼ taza de jugo de limón
- Ralladura de un limón
- 35 galletas tipo Marías
- 30 ml de tequila
Procedimiento:
Licua las leches, agrega el tequila y el jugo de limón. Ya espesa, añade la ralladura. En vasos o moldes, alterna capas de mezcla y galletas. Refrigera. ¡Y listo!
🍨 Mousse de tequila con pitahaya
Elegancia tropical en cada cucharada
Rinde 13 porciones
Ingredientes:
- 400 g de crema para batir
- 7 sobres de té energía McCormick
- 200 g de leche condensada
- 50 ml de tequila
- 25 ml de jugo de naranja
- 25 ml de jugo de limón
- 5 g de grenetina
- 30 ml de agua para hidratar
Procedimiento:
Hidrata y funde la grenetina. Mezcla la leche condensada, jugos y el contenido de los sobres de té, infusiona a baño maría. Cuela, agrega el tequila. Bate la crema hasta obtener picos. Integra todo con cuidado. Sirve en vasos, refrigera 2 horas y decora con frambuesas congeladas.
Y si te quedaste con ganas de saber más sobre esta bebida que ha conquistado al mundo, no te pierdas una visita a la Biblioteca de la Gastronomía Mexicana de Fundación Herdez, ubicada en Seminario 18, Centro Histórico de la CDMX, o su sede hermana en Casa “Doña María Pons” en San Luis Potosí. Ahí encontrarás historia, libros, catas y mucha más información sobre el universo del tequila y la cultura gastronómica nacional.